Las úlceras por presión no son invisibles, «a pesar del enorme desconocimiento que de ellas se tiene», ya que afectan al día a más de 90.000 personas que viven en sus casas, en residencias o son atendidas en hospitales en España, según ha explicado el profesor Javier Soldevilla, director del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP).
A nivel hospitalario, un estudio reciente muestra que afecta a nueve de cada cien pacientes ingresados, independientemente de su edad y diagnóstico. De ellos, alrededor del 20 por ciento era menor de 65 años. En Atención Primaria la prevalencia media fue de 9,11 por ciento para los pacientes mayores de 14 años incluidos en programas de atención domiciliaria y la prevalencia media en las unidades socio-sanitarias se estableció casi en el 11 por ciento.
Teniendo en cuenta el número de afectados, el grupo médico ha estimado que el coste del tratamiento de las úlceras por presión en España supera los 600 millones de euros cada año. Además, desde el GNEAUPP se ha cuantificado el coste de prevención y no costaría más de 1,7 euros al día, cuando curarla cuesta, al menos, 46 euros al día. Por otra parte, se sabe que industria de los apósitos para heridas factura 150.000.000 de euros al año.
Las úlceras por presión, conocidas popularmente como llagas, escaras o úlceras por decúbito son lesiones que afectan a la piel o trascendiendo a ésta, a nivel de hueso, músculo o estructuras de sostén, originadas por el aplastamiento de los tejidos se producen «en muchísima menor tiempo del que se puede suponer».
De hecho, aunque depende del paciente, de las defensas de su cuerpo, de las patologías que padezca, de su nivel de hidratación y de la edad que tenga, se han llegado a producir úlceras por presión en menos de 3 ó 4 horas, aunque la media podría establecerse en 8 ó 12 horas, «siempre que no se haya cuidado la higiene, ni un cambio postural».
Los estudios realizados por el Grupo de expertos confirman que, fundamentalmente, se trata de un problema de salud que afecta a personas mayores (84%), pero también a otros grupos de edad más jóvenes expuestos en todos los niveles asistenciales, teniendo en cuenta que no discrimina en los casos de intervención quirúrgica, y se produce con frecuencia en neonatos ingresados y lesionados medulares.
«En el caso de las UCI los datos que tenemos son espeluznantes porque podemos estar hablando de que uno de cada 4 ó 5 pacientes, independientemente de su edad, en estas unidades superespecializadas desarrolla una úlcera por presión», añade el experto.
Soldevilla ha recordado, en una entrevista a Europa Press, que «usando el procedimiento adecuado y con una mínima inversión», se puede disminuir la aparición de las úlceras en un 95 por ciento. «La gente hoy en pleno siglo XXI se muere por úlceras por presión, y eso es paradójico si se puede evitar casi la totalidad», explica.
Las úlceras por presión aumentan el riesgo de mortalidad en cuatro veces y hasta en seis si media una complicación frecuente como es la infección, sin embargo pese a poder tratarse de una «negligencia» en España son escasas las demandas planteadas a nivel civil o penal por no evitar estas lesiones, contra profesionales sanitarios o instituciones y prácticamente son inexistentes las denuncias por mala praxis en la aplicación del tratamiento a estas lesiones.
CONTRA EL ESTIGMA DEL PROBLEMA MENOR
El enfermero, que es la persona que más directamente cuida a los pacientes hospitalarios, «ha vivido este tema en la soledad», por este motivo, desde el GNEAUPP se aconsejan programas de formación a estos profesionales y a todas aquellas disciplinas médicas que estén en contacto con este tipo de enfermos.
«Prevenir úlceras no es coste cero, pero tenemos bastantes posibilidades de prevenir articulando dos grupos de cuidados generales que tienen que ver especialmente con el tratamiento de alguna patología que puede hacer más vulnerable a las personas», ha señalado en referencia a patologías rescriptorias, metabólicas y circulatorias.
Así, recomienda que se mueva al enfermo porque «la inmovilidad es el principal aliado para su desarrollo» y cambiando la postura del paciente en enfermero «salva vidas»; utilizar superficies especiales para el manejo de la presión como colchones y cojines dinámicos y estáticos; y un cuidado «específico» de la piel, que consiste en limpiar y secar meticulosamente de la región del cuerpo expuesta a incontinencia, la hidratación de la piel y especialmente la aplicación local de ácidos grasos hiperoxigenados en zonas sometidas a presión y roce.
En este sentido, Soldevilla ha destacado el control de la humedad por ser «la causa primera de las úlceras por presión». «Han aparecido multitud de absorbentes de gran calidad y han aparecido un gran número de cremas que están ayudando a que estas personas sometidas a incontinencia o a una sudoración excesiva no se vena afectadas», señala.
Además, recomienda una nutrición enfocada a estos pacientes ya que han demostrado su capacidad para aumentar la resistencia de los tejidos ante la presión mantenida, la fricción o la humedad, agentes causales básicos de estos procesos; y aconseja a los cuidadores solicitar y recibir el apoyo de enfermeras expertas para evaluar el riesgo de desarrollar úlceras por presión y elaborar un plan preventivo individualizado y efectivo.
«Todo esto hay que articularlo aún pero está perfectamente dibujado en guías de práctica clínica, lo que falta es llevarlo a buen puerto y que todo el mundo sea consciente de la verdadera magnitud del problema; y que evitando esto se evita sufrimiento, implicaciones muy severas sobre la salud y coste económico al Estado», advierte Soldevilla.
Asimismo, ha explicado que «dentro del panorama sanitario se ha devaluado, siendo un problema eminentemente enfermero, pero es necesario que todos pongamos nuestro granito de arena» para que no se siga considerando como un «problema menor o secundario, con mínimas repercusiones para quienes las padecen».